El descubrimiento implica que la vida en el universo debe ser más común de lo que se creía.
El hallazgo lo ha hecho un equipo que incluye, entre otros, a John Ilee y Catherine Walsh, ambos de la Universidad de Leeds en el Reino Unido.
El equipo de investigación detectó las sustancias mediante el análisis de “huellas dactilares” únicas en la luz emitida por el material que rodea a las estrellas jóvenes.
Las sustancias, orgánicas y de moléculas grandes, fueron identificadas en discos protoplanetarios situados alrededor de estrellas recién formadas. Un disco similar rodeó al joven Sol, formando los planetas que ahora componen nuestro sistema solar. La presencia de las sustancias es importante porque son “peldaños” entre las sustancias más simples basadas en el carbono, como el monóxido de carbono, que se encuentran en abundancia en el espacio, y los compuestos de carbono más complejos que se requieren para crear y mantener la vida.
El equipo de investigación buscaba cianoacetileno (HC3N), acetonitrilo (CH3CN), y ciclopropenilideno (c-C3H2) en cinco discos protoplanetarios, conocidos como IM Lup, GM Aur, AS 209, HD 163296 y MWC 480. Los discos protoplanetarios se encuentran a distancias de entre 300 y 500 años-luz de la Tierra. Todos los discos muestran signos de formación planetaria en curso en su interior.
Los investigadores encontraron las sustancias en cuatro de los cinco discos observados. Además, su abundancia ha resultado ser mayor de lo que los científicos esperaban.
La presencia de ese material en los discos protoplanetarios significa que estos nutrirán a los nuevos planetas con el material de construcción necesario para la formación de la vida.
Se cree que en su infancia la Tierra fue sembrada con material de esa clase a través de impactos de asteroides y cometas que se habían formado en el disco protoplanetario alrededor del Sol. Pero hasta ahora no se tenía ningún indicio sobre qué porcentaje de discos protoplanetarios puede albergar depósitos de sustancias orgánicas complejas capaces de crear compuestos de importancia biológica. El nuevo estudio comienza a contestar esa pregunta.
“Si estamos encontrando moléculas como estas con abundancias tan grandes, nuestro conocimiento actual de la química interestelar sugiere que también deberían ser observables moléculas aún más complejas”, aventura Ilee.
El estudio se titula “Molecules with ALMA at Planet-forming Scales (MAPS) IX: Distribution and properties of the large organic molecules HC3N, CH3CN, and c-C3H2”. Y se ha publicado en la revista académica The Astrophysical Journal Supplement Series. (Fuente: NCYT de Amazings)