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Martes de literatura Colaboradores Lo Que Cuentan Otros

MARTES DE LITERATURA: EL ARTE Y EL OFICIO

García Márquez: periodismo y literatura sin fronteras
Por Raimundo López Medina
https://www.facebook.com/raimundo.lopezmedina

Como ningún otro, Gabriel García Márquez es el escritor que más ha hecho por el periodismo, profesión a la que sin temor alguno ha puesto al nivel de la literatura. Su obra y consejos, valoraciones, son también bases sólidas para ayudar a hacer bien el trabajo de escribir.

Leerlo y estudiarlo contribuye a lograrlo, me lo confirma la experiencia, es una manera práctica de avanzar por el oficio si uno no quiere ser solo un espectador desde cualquiera de las filas, desde las primeras o las últimas.

Entré temprano en contacto con su obra, en medio del frenesí cultural desatado por la Revolución Cubana e iniciado desde que poco después de su triunfo liberó a los cubanos del analfabetismo y convirtió a la isla en el país con los libros más accesibles y baratos del mundo.

Gracias a ello pasó ante mis ojos, y los de millones de cubanos, la obra de la literatura nacional y universal, a toda prisa y como en una carrera de cien metros, pero aportando un sustrato cultural profundo que a todos, incluso sin percatarnos, enriqueció la vida. Lo confirmé después, ya en el ejercicio del periodismo. Es decir, que al abordar estos temas no solo hay admiración por paradigmas de la literatura sino también gratitud.

Es gratificante comprobar el respeto y aprecio por el periodismo de uno de los más importantes, reconocido y popular escritor contemporáneo nuestro, García Márquez, de lo cual dejó constancia, con su especial simpatía para decir, en discursos, entrevistas y sus escritos.

Si uno escribe su nombre y apellidos en el buscador de uno de los monopolios actuales de internet comprueba que hay una cantidad monumental de obras entorno a su vida, marcada en una cifra cuya magnitud es impresionante: cerca de 10 millones 700 mil resultados en menos de un segundo (0.49).

En esa densa selva de textos e imágenes no es complejo guiarse: hay autores que han resumido muchos de los temas y también está la oportunidad de leer directamente su obra, y uno de los asuntos que uno encuentra casi de inmediato concierne al periodismo.

Incluso hay una foto de cuando ya había dado sus primeros pasos en el camino de la fama, sentado frente a un buró de la corresponsalía de la agencia de noticias Prensa Latina en Bogotá. Unos seis años antes, había dado un salto importante en su carrera con un exitoso serial basado en la entrevista a un náufrago que publico en 1955 durante 14 días consecutivos en el periódico El Espectador.

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La extensa entrevista Relato de un náufrago fue publicada como libro en 1970 y es uno de los textos de la vasta obra periodística de García Márquez que he leído, además de Operación Carlota, de 1977, donde narra el inicio de la gran operación militar cubana que salvó la independencia de Angola y años después propició la de Namibia y el fin del oprobioso sistema racista del Apartheid en Sudáfrica.

A diferencia del escritor estadounidense Ernest Hemingway, quien fue periodista bastante tiempo antes de hacer realidad su deseo de ser escritor, García Márquez siempre quiso ser periodista. Varias declaraciones suyas así lo confirmar:

“Considero que mi primera y única vocación es el periodismo. Nunca empecé siendo periodista por casualidad –como mucha gente– o por necesidad, o por azar: empecé siendo periodista porque lo que quería era ser periodista”, respondió en 1976 durante una entrevista con la emisora Radio Habana Cuba.

En un discurso ante la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), el 7 de octubre de 1996, ya premio Nobel de Literatura y en la cumbre de su fama, declaró:

“Doy fe: a los diecinueve años -siendo el peor estudiante de derecho- empecé mi carrera como redactor de notas editoriales y fui subiendo poco a poco y con mucho trabajo por las escaleras de las diferentes secciones, hasta el máximo nivel de reportero raso”.

En esa ocasión también ratificó compartir con sus colegas colombianos de entonces la opinión de que el periodismo es el mejor oficio del mundo, frase que solo nace del corazón de hombres y mujeres enamorados de su profesión.

Ante los hombres de negocios de la prensa -la SIP- rechazó la idea de que los periodistas no son artistas. “Estas reflexiones, por el contrario, se fundan precisamente en la certidumbre de que el periodismo escrito es un género literario”, afirmó.

Como sostén de la afirmación se puso como ejemplo a sí mismo. A diarios españoles dijo:

“El periodismo me ha ayudado a establecer un estrecho contacto con la vida y me ha enseñado a escribir. La obra creativa, de fantasía, ha dado valor literario a mis trabajos como periodista”.

Y en otra ocasión: “Toda la vida he sido un periodista. Mis libros son libros de periodista aunque se vea poco. Pero esos libros tienen una cantidad de investigación y de comprobación de datos y de rigor histórico, de fidelidad a los hechos, que en el fondo son grandes reportajes novelados o fantásticos, pero el método de investigación y de manejo de la información y los hechos es de periodista”.

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En el periodismo la clave se encierra en el primer párrafo o encabezado, que da la esencia del hecho mediante la respuesta a las seis preguntas clásicas para redactar una noticia: qué, quién, cuándo, dónde, cómo y por qué.

El otro enganche clave para lectores es el título, en particular en géneros como el reportaje, la entrevista y la crónica, en los cuales el autor despliega más su imaginación. En la noticia, o nota informativa, reporte, el titular es el hecho a secas, sin adornos.

Siempre que he hablado ante estudiantes de periodismo, e incluso profesionales ya con alguna experiencia, recomiendo leer los encabezados de dos de las obras maestras de García Márquez, Cien años de soledad y Crónica de una muerte anunciada.

“Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. Macondo era entonces…”.

“El día en que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5,30 de la mañana para esperar el buque en que llegaba el obispo”.

Son dos formas de despertar la atención que cautivan al lector, que lee el relato y sus antecedentes mientras los protagonistas esperan la muerte, uno con las bocas de los fusiles frente a sus ojos y el otro sin conocer aún su trágico destino.

Crónica de una muerte anunciada es el título de un libro más citado, copiado y parafraseado de la historia. Realmente no conozco una investigación que pueda sostener esa afirmación, pero el extendido, y en ocasiones abusivo, uso de la frase la han convertido casi en un refrán, es como la sentencia que confirma lo que sucederá.

La obra de García Márquez es como un manantial de aguas diáfanas, como las del río a cuya orilla se levantó la aldea de Macando, y aprender de sus afirmaciones y recomendaciones para el ejercicio del periodismo es como beber la sabiduría inagotable del buen maestro cuando enseña y da consejos.

Por supuesto, no tuvo tiempo para dejarnos un catálogo de como escribir con corrección, buen estilo y elegancia, con su imaginación desbordada, pero para quienes quieren hacer bien y con éxito el oficio, fue como una tarea que nos deja el profesor.

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Varios estudiosos de su obra han hecho una especie de relatoría de sus opiniones para el ejercicio del periodismo a partir de una minuciosa investigación. Casi todos encontraron las mismas sentencias, lo cual es lógico pues beben de la misma fuente.

A los negociantes de la SIP les habló con franqueza de muchos “atentados éticos” como la sacralización de la primicia a cualquier precio, una deshumanización galopante que prioriza la tecnología, el uso acrítico de la grabadora por encima de la experiencia real en una entrevista.

Les habló también de otros atentados éticos: “El empleo desaforado de comillas en declaraciones falsas o ciertas permite equívocos inocentes o deliberados, manipulaciones malignas y tergiversaciones venenosas que le dan a la noticia la magnitud de un arma mortal. Las citas de fuentes que merecen entero crédito, de personas generalmente bien informadas o de altos funcionarios que pidieron no revelar su nombre, o de observadores que todo lo saben y que nadie ve, amparan toda clase de agravios impunes”.

En sentido contrario describió como las dos condiciones más importantes del periodista la creatividad y la práctica, y como virtud la curiosidad por la vida.
“Para ser periodista hace falta una base cultural importante, mucha práctica, y también mucha ética”, dijo en 1994

“La ética no es una condición ocasional, sino que debe acompañar siempre al periodismo como el zumbido al moscardón”, subrayó dos años después.

Para el ejercicio práctico del periodismo, y la literatura, nos legó dos frases sólidas como una roca: “Hay que empezar con la voluntad de que aquello que escribimos va a ser lo mejor que se ha escrito nunca, porque luego siempre queda algo de esa voluntad”. La segunda pasa por el amor al oficio y el respeto al público: “Cuando uno se aburre escribiendo, el lector se aburre leyendo”.

Legó también, en una entrevista con la revista colombiana Semana una frase que siempre debemos tener presente: “En la carrera en que andan los periodistas debe haber un minuto de silencio para reflexionar sobre la enorme responsabilidad que tienen”.

Con seguridad ese alto en el camino de nuestra profesión deba tomar más tiempo y mayor frecuencia.
Fin

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