Dr. Leonel Argüello Yrigoyen, médico epidemiólogo
Cuando el consumo de alcohol se convierte en un problema y no controlan su consumo o el mismo es compulsivo. Para algunos es fácil parar, pero a otros les cuesta mucho y es importante estar claro que no todos ni todas somos iguales y algunas personas deberían evitar el alcohol por completo.
Entre ellas, se encuentran las mujeres embarazadas y las personas que toman determinados medicamentos. En el caso de la mayoría de los adultos, los expertos recomiendan que los hombres limiten el consumo de alcohol a no más de dos bebidas al día y las mujeres a no más de una, porque en ellas su hígado metaboliza o se limpia del alcohol de forma más lenta que los varones.
El consumo moderado de alcohol generalmente no representa un riesgo significativo para la mayoría de las personas adultas, sin embargo, no existe un nivel de consumo completamente libre de riesgos, y cualquier cantidad de alcohol puede ser perjudicial si se consume de manera inapropiada o en exceso.
En general, el consumo excesivo de alcohol puede causar muchos problemas de salud, entre ellos, enfermedades hepáticas, problemas cardíacos y pulmonares, debilidad muscular y ósea, así como muerte, las cuáles se han duplicado. El mayor aumento se ha producido en las mujeres.
El consumo de alcohol puede convertirse en un problema cuando interfiere en la vida diaria, afecta la salud física y mental, y da lugar a comportamientos peligrosos o irresponsables. Las señales son: pérdida de control sobre el consumo (beber más de lo planeado, no puedes dejar de beber una vez que comienzas).
Impacto en la salud como cirrosis hepática, trastornos gastrointestinales, hipertensión y daño al sistema nervioso, fatiga crónica, insomnio, resaca o goma constante y alteración de la salud mental, que inicia o aumenta la depresión, ansiedad y el estrés. Interferencia con las responsabilidades, problemas en el trabajo o la escuela afectando el rendimiento laboral o académico y desatención de la familia y amigos, afectando la vida familiar y social.
Comportamientos riesgosos, como conducir bajo los efectos del alcohol, aumento de la violencia o agresividad. Cuando necesitas consumir mayores cantidades para sentir el mismo efecto, entras a un círculo vicioso porque ya creaste tolerancia. Síntomas de abstinencia como temblores, ansiedad, sudoración, etc. indican que tu cuerpo se ha vuelto dependiente. Negación o justificación del comportamiento, como “lo necesito para relajarme” o “solo bebo los fines de semana” y negarse a reconocer el problema, aunque las consecuencias negativas estén claras.
La persona puede minimizar la gravedad de la situación o negarse a admitir que tiene un problema. Aislamiento social de lugares donde no se beba y concentrarse únicamente en el consumo, perdiendo el interés por otras actividades o relaciones.
Es conveniente saber qué síntomas hay que detectar para poder hacer cambios en los hábitos de consumo de alcohol a tiempo. Si el alcohol está causando problemas en su vida, existen muchas terapias eficaces, como el asesoramiento familiar, la conversación con alguien de confianza, grupos de pares, como Alcohólicos Anónimos (AA), terapia cognitivo-conductual, recreativa y la vocacional, donde se ayuda a conocer sus factores desencadenantes para el consumo de alcohol y la manera de manejarlos. Las posibilidades de recuperación son mayores cuando se aplican diferentes tratamientos al mismo tiempo.
Es posible que no tenga éxito la primera vez que intente dejar el alcohol o reducir su consumo. Las recaídas son habituales en el trastorno por consumo de alcohol, ya que puede transformar el cerebro, se sospecha que lo inflama, pues fármacos antiinflamatorios, como la aspirina, disminuye la resaca o goma. Por eso no se desanime, controle su consumo y si no lo puede manejar pida ayuda tempranamente.