Por Alicia Yolanda Reyes.
Ángela tiene 78 años, tiene derecho al IMSS, gracias a que una de sus hijas la inscribió como beneficiaria. Durante la pandemia, Martha su hija fue despedida de su trabajo, quedando su madre desprotegida.
El marido de Martha trabaja en una empresa que lo inscribió al IMSS, así que ella siguió recibiendo atención médica, pero le preocupaba su mamá, que sufre de obesidad, diabetes e hipertensión.
Hace unos meses Martha empezó a cotizar de nuevo en el IMSS, gracias a que la señora donde acude dos veces por semana a hacer el aseo doméstico la inscribió.
Lo primero que hizo fue dar de alta a su mama, y sacar cita en una clínica de Tonalá, para que volviera a recibir tratamiento para sus patologías.
En la primera consulta el médico familiar Sergio G, le reclamó a la señora por haber tardado tanto tiempo sin acudir.
Pese a que le explicaron los motivos el galeno insistía en la falta de compromiso de la señora y su familia.
Ángela le refirió que presentaba problemas visuales y le solicitó cita con el oftalmólogo, el médico le dijo la voy a castigar por no haber venido en tanto tiempo, y porque se ha portado mal, y subió de peso.
Si para la próxima cita logra bajar algunos kilos le doy el pase a los especialistas que requiere, pero todo a su tiempo.
De nada sirvieron los ruegos de la señora y la hija que la acompañaba, de la urgencia de atención porque ya perdió la vista de un ojo, y con el otro cada día ve más borroso.
El insistía que el problema era por el alta de la glucosa, y su sobrepeso, finalmente gracias a la intervención de la licenciada Dalia de Comunicación Social de la Institución se logró que la viera el oftalmólogo.
Patricia de 70 años sufrió una situación similar, acudió a consulta a su clínica, de ahí la enviaron a la clínica 46 con la reumatóloga, la cual la atendió muy bien y le dio pase a traumatología, por las secuelas que tiene por la artritis.
En traumatología le explicaron que su problema de hombro solo se resolvía con una prótesis, y que esa solo la tenía el Centro Médico, le dieron pase al CMO, y el traumatólogo que la recibió le confirmó que la única solución era la prótesis
Le aclaró que debido a su alto costo la institución no las tenía disponibles. Enfatizó que en los más de 15 años que llevaba laborando en Centro Médico, jamás se había colocado este tipo de prótesis.
Lilia de 50 años acudió al hospital Ayala por una caída que le ocasionó problemas en uno de sus tobillos. El médico que la recibió le dijo si usted fuera mas joven la enviaría a cirugía, pero en su caso lo único que puedo hacer es inmovilizarle el pie con una férula y recomendarle reposo y antiinflamatorios.
Elena de 65 recuerda que en una de sus citas médicas se quejó de molestias en articulaciones y el médico le dijo, a su edad, debería agradecer estar viva, y entienda que cada vez tendrá más dolores, “cuantas personas, ni siquiera llegan a esa edad?”
Roberto de 40 años recién cumplido acudió a un médico particular por sangrado rectal, el galeno le dijo a su edad esos problemas son normales.
El común denominador de estos “médicos” es la falta de empatía y el despreció por las personas mayores de 40 años las cuales consideran “viejas”.
El edadismo como se conoce a esta expresión cultural está cada vez más presente entre los profesionales de la salud y la sociedad en general.
Sería importante que las instituciones educativas y de salud capacitaran a las personas para entender que los seres humanos en todas las etapas de la vida seguimos siendo valiosos y sensibles hacía ese trato discriminatorio, que urge erradicar (aliciayolandar@hotmail.com)