La pérdida de un ser querido es el detonante

Por Alicia Yolanda Reyes.

Maribel tiene 20 años, durante la pandemia perdió a su abuela y a una tía mayor con las que convivió su primera infancia, debido a las medidas de seguridad, no pudo ver a estas mujeres tan importantes en su vida, no logró despedirse de ellas, cuatro años después, sigue con la sensación de un hueco, que no logra llenar.

Está acudiendo a terapia sicológica, pero no logra resolver su situación. Hace unos días falleció Mateo, un perrito que pertenecía a su prima, pero que era considerado un miembro de la familia.
Maribel señala que cuando escuchó que el chihuahueño, de 15 años había fallecido, lloró y le trajo a la mente, a su abuela y su tía.

“Siento que estoy más sensible, que lloro de todo, trato de que no se me note porque me apena que las personas me vean así, pero el sentimiento es más fuerte que yo”
Se le dijo que llorar no es síntoma de debilidad, que es importante expresar sus sentimientos.
El psicoterapeuta en terapia gestal Pedro Avalos, señala que la pérdida de una mascota que está integrada a la familia se vive con mucho dolor.

En terapia le toca escuchar a madres que se quejan de que sus hijos adolescentes, o adultos jóvenes siguen llorando por meses, e incluso años la partida de su mascota.

Ejemplificó el caso de Fernanda que vio morir a su mascota con la que había crecido; que dormía con ella en la cama, y recibía el trato de una hija, le invadió la tristeza cuando murió.

La madre decía “es solo un perro”, y el profesional de la salud mental le pidió fuera más empática con su hija, que la acompañara en su dolor y no la cuestionara por sus sentimientos.

Por su parte Mercedes Gabriela Orozco investigadora e las clínicas de Salud Mental del Centro Universitario de Ciencias de la Salud de la Universidad de Guadalajara explica que es importante delimitar entre episodios de tristeza y depresión por lo que hay que hacer una valoración de las personas.

Expresa que cuatro síntomas para diagnosticar la depresión son: pérdida de motivación o interés en actividades que solían ser un disfrute.

El aislamiento; cambios drásticos en hábitos alimenticios, de peso y de sueño. No solo es dejar de comer, también el incremento significativo de apetito.

La depresión se clasifica en mayor o menor. Puede ser mayor, con grados de leve, moderado y grave.
Llega a presentarse con características psicóticas, pero desaparece. El trastorno depresivo persistente es una constante o surge en distintos periodos.

La depresión es 50 % más común en las mujeres, puntualiza Jorge Antonio Blanco Sierra director del Instituto Jalisciense de Salud Mental (SALME).
El Salme calcula que 4.4 por ciento de los jaliscienses ha sufrido depresión. La Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que un 5 por ciento de la población adulta del orbe, ha tenido episodios de depresión por lo menos una vez en su vida.

Los especialistas aseveran que la actividad física, alimentación balanceada, dormir por lo menos siete horas diarias y buscar redes de apoyo, es un excelente antídoto contra la depresión (aliciayolandar@hotmail.com)