Unos científicos han inventado un nuevo y asombroso método para almacenar de manera barata y duradera grandes cantidades de información recurriendo a la química.
Un equipo integrado, entre otros, por Amit A. Nagarkar y George Whitesides, ambos de la Universidad Harvard en Estados Unidos, ha ideado una técnica de almacenamiento de datos en formato digital que se basa en combinaciones de siete tintes fluorescentes disponibles en el mercado. Los tintes se aplican mediante una impresora de chorro de tinta y se leen con un microscopio que puede detectar las diferentes longitudes de onda de luz que emite cada tinte. A continuación, se descodifica el mensaje binario de las moléculas y este es convertido en texto, imágenes, vídeos o cualquier otra cosa que pueda almacenarse digitalmente.
En teoría, los datos pueden conservarse durante miles de años o más. La longevidad del almacenamiento molecular de datos es muy superior a la de los medios convencionales de almacenamiento digital de datos, como las unidades flash, los discos ópticos, las cintas magnéticas y los discos duros de ordenador. Algunos de estos medios de almacenamiento son además muy susceptibles de sufrir daños por el agua.
El nuevo método es de bajo coste y utiliza tecnologías comerciales existentes: la impresión por inyección de tinta y la microscopía de fluorescencia.
El método podría ser especialmente útil para información cuyo almacenamiento es vital por motivos legales (registros financieros y jurídicos, por ejemplo) y en casos en los que el almacenamiento a largo plazo resulta también crucial, como con los datos científicos, por ejemplo los recogidos durante misiones espaciales. La información almacenada en los tintes no es accesible vía internet, al menos de manera directa, lo que contribuye a evitar accesos no autorizados a ella. La grabación de la información es relativamente barata y su lectura posterior puede hacerse sin necesidad de que el microscopio esté diseñado especialmente para esta tarea. El mantenimiento de la información en su soporte no consume energía.
Las moléculas de tinte se dejan caer sobre una superficie de epoxi a la que se adhieren químicamente, fijando la información en su lugar. Para traducir los bits de información de los distintos tintes, los investigadores utilizaron un código estándar.
Cada número, letra, píxel u otra unidad de información de los datos que se desea almacenar está representado por un grupo de unos y ceros, dependiendo de la presencia o ausencia de cada tinte.
Un microscopio de fluorescencia detecta la presencia o ausencia de las moléculas de tinte. Sabiendo qué tintes hay, se puede descodificar el mensaje binario.
En la versión actual de pruebas del sistema, aún primitiva, la información puede leerse con una precisión del 99,6 por ciento. En una superficie de 7,2 por 7,2 milímetros, Nagarkar y sus colegas fueron capaces de escribir 1.407.542 bytes de información digital con los tintes.
El equipo de Nagarkar expone los detalles técnicos de su sistema en la revista académica ACS Central Science, bajo el título “Storing and Reading Information in Mixtures of Fluorescent Molecules”.