Tuberculosis y COVID-19, El impacto visible e invisible de las epidemias.
Dr. Leonel Argüello Yrigoyen, médico epidemiólogo nicaragüense.
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En Nicaragua, la Tuberculosis era una enfermedad frecuente en los años 80, en los años 70 el Ministerio de Salud tenía un programa de control de la Tuberculosis, que incluía la vacunación BCG cuya cobertura era falsa, actitud que por desgracia están tomando actualmente varios gobiernos en la región, al manipular datos, lo que aumenta el riesgo a la salud de la población.
En los años ochenta mejoró la captación de pacientes con Tuberculosis, que fue facilitado por la ampliación de la red de atención primaria en el país, duplicando las unidades de salud y aumentando significativamente la capacitación al personal y la alerta de tomar muestras de esputo o flema, en pacientes con tos por más de 15 días, tarea que posteriormente fue complementada con la participación de los voluntarios de salud en todo el país, ampliando la diseminación de información y auxiliándose con material educativo para que toda la población estuviera informada.
Producto del alto abandono al tratamiento, se introdujo el tratamiento acortado, pasando de 12 a 6 meses y supervisado por enfermería, la cual tenía mejor comunicación con el paciente por su formación académica, seguimiento a los protocolos, mayor disciplina de trabajo y llevaban mejor los registros correspondientes comparado a los médicos, siendo determinantes para el éxito del programa nacional de control de la Tuberculosis. Aunque persistían personas alcohólicas y otros pacientes con enfermedades mentales que incumplían el tratamiento, fue un error no haberlos hospitalizados los primeros meses del tratamiento.
Hoy día, la Tuberculosis está silenciada, forzada a ser invisible, porque los humanos todavía creemos, que las enfermedades son como las modas, que van y vienen con el tiempo. Y cuando nos acordamos y comenzamos a buscar, nos damos cuenta de que lo invisible se hace cada vez más visible y que las enfermedades no son como las modas que desaparecen, al contrario, siempre están presentes y van a depender del comportamiento humano y del actuar de éste, para prevenirla y controlarla.
Hace veinte años, con la pandemia del VIH Sida, la Tuberculosis fue visibilizada nuevamente, pero luego, ambas dejaron de ser noticia y el Ministerio de Salud dejó de informar al público, logrando que la población pensara, como es lógico, que el problema ya había terminado, pues ya no se habla de él y las nuevas generaciones tendrán una total carencia de información en salud, respecto a ambas enfermedades. En otras palabras, la moda de la enfermedad pasó.
Ahora bien, cuál es la similitud entre la COVID-19 y la Tuberculosis, ambas enfermedades en su debido tiempo causaron desastres, muchísimo temor, insuficiente información científica, muchas noticias falsas, guardando la distancia de los momentos del desarrollo tecnológico, tomando en cuenta que no había como hoy redes sociales ni internet, ni tanta gente o grupos organizados con interés de desinformar.
Por otro lado, ambas enfermedades cuentan con herramientas suficientes para la prevención y control. No obstante, lamentablemente algunos gobiernos no las utilizan ni realizan actividades que empoderen a la población para el autocuidado de su salud, la de sus familiares y de su comunidad, al contrario, politizan la enfermedad, la ocultan y no siguen las recomendaciones de la comunidad científica.
Por otro lado, la población tiende a eliminar rápidamente de su memoria, aquellos eventos que le afectan, siendo un mecanismo de protección individual y social, igualmente sucede con los gobiernos y las instituciones encargadas de salud, cuando se espera lo contrario de ellos.
Por lo tanto, nuestra responsabilidad como personal del sector salud y como sociedad, es hacer visible lo invisible.