El encierro y alejamiento de los seres queridos afectó el estado de ánimo de las personas en todo el orbe.
Por Alicia Yolanda Reyes.
La pandemia del Covid 19 a nivel internacional nos obligó a cambiar nuestros hábitos de vida de forma radical.
Familias que solían reunirse en fechas especiales como cumpleaños, navidad, y otras celebraciones, se vieron obligadas a utilizar las video llamadas.
Las entrevistas de trabajo, conferencias se realizaron por medio de las diversas plataformas.
Las clases desde kínder hasta universidad, en la mayoría de los casos en nuestro país se realizaron en línea.
Será importante más adelante realizar investigaciones profundas para saber de que forma afectaron el desarrollo social e intelectual de niños y jóvenes, ya que el intercambio es fundamental para el sano desarrollo,
Somos seres sociales, y verse de pronto alejados de compañeros/as, familia extendida causa angustia e incertidumbre.
Luchar contra las personas que se negaron a vacunarse y a utilizar mascarillas, fue causa de desencuentros entre las personas que tienen que convivir de forma cotidiana u ocasionalmente.
Entrar a un comercio pequeño y con poca ventilación, para muchas de nosotras era siempre motivo de estrés.
Parar un taxista y verlo sin cubrebocas, ha sido otra lucha. Las reacciones de estas personas que brindan un servicio público han recorrido toda la gama de expresiones.
Desde aquellos que sin ningún problema se ponen el cubrebocas, aunque no siempre de forma correcta, hasta aquellos que se niegan a dar el servicio cuando se les pide que se protejan y nos protejan.
En centros de salud públicos y privados nos topamos con trabajadoras y trabajadores que a la menor provocación retiraban la mascarilla, incluso para entrar a elevador.
Médicos que reciben a sus pacientes con el cubrebocas en la barbilla o en la cabeza, y se molestan cuando se les solicita su uso adecuado.
Cuando las personas recibieron su vacuna, la protección se relajó aun más, sin entender que el biológico no impediría que se contagiaran y afectaran a terceros, incluso a sus seres queridos.
Dentro de toda esta maraña de acontecimientos era común, y sigue siendo observar a las personas con una cierta tristeza en su mirada, un caminar más lento e incluso con ligeros síntomas de depresión, desesperanza y temor a resultar afectadas.
Expertas/os en salud mental aconsejan externar los sentimientos, reconocer que hay pérdidas, máxime de aquellos que perdieron un ser querido en este lapso, no importa que no haya sido por el COVID 19.
Es importante llorar si se tienen deseos de hacerlo, y no reprimir el llanto para evitar parecer débiles.
Mi madre decía que las lágrimas curan el alma, y aunque no profeso ninguna religión, creo que llorar, como bailar, cantar, gritar etc ayudan a sacar fuera la angustia acumulada.
No dejamos de ser personas fuertes por llorar, simplemente demostramos que somos capaces de reconocer nuestros sentimientos(aliciayolandar@hotmail.com)