Un nuevo aparato de sobremesa y bajo coste es capaz de suministrar en una hora el resultado de su análisis de una muestra de saliva y puede programarse para detectar variantes del coronavirus SARS-CoV-2, el culpable de la enfermedad pandémica COVID-19.
Este instrumento es una creación de ingenieros del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y la Universidad Harvard, ambas instituciones en Estados Unidos.
En un nuevo estudio, el equipo de James Collins, profesor en el Instituto de Ingeniería y Ciencias Médicas (IMES), dependiente del MIT, ha demostrado que los diagnósticos realizados con este aparato son tan precisos como las pruebas de PCR que se utilizan actualmente, que requieren hisopos nasales y requieren más tiempo y un hardware y una manipulación de muestras significativamente mayores para obtener resultados.
También se ha constatado que el nuevo aparato puede utilizarse para detectar mutaciones virales específicas vinculadas a algunas de las variantes del SARS-CoV-2 que circulan actualmente.
“Demostramos que nuestra plataforma puede programarse para detectar las nuevas variantes que surgen, y que podríamos reajustarlo con bastante rapidez”, subraya Collins. “En este estudio, nos centramos en las variantes del Reino Unido, Sudáfrica y Brasil, pero se podría adaptar fácilmente la plataforma de diagnóstico para centrarse en la variante Delta y otras que están surgiendo”.
El dispositivo produce una lectura fluorescente que puede verse a simple vista, y los investigadores también diseñaron una aplicación para teléfonos inteligentes que puede leer los resultados y enviarlos a los departamentos de salud pública para facilitar el seguimiento sanitario.
Los investigadores creen que su dispositivo podría fabricarse a un coste de entre 2 y 3 dólares por aparato. Si lo aprueba la Administración estadounidense de Alimentos y Medicamentos (FDA) y se fabrica a gran escala, prevén que este tipo de diagnóstico podría ser útil tanto para las personas que quieran hacer la prueba en casa como para los centros de salud de las zonas sin acceso generalizado a las pruebas de PCR o a la secuenciación genética de las variantes del SARS-CoV-2.